13/06/2025
La atmósfera en Malabia 1662 era de un silencio pesado, solo interrumpido por el murmullo de las condolencias y el llanto contenido. La entrada de la casa velatoria se encontraba custodiada por una extensa escolta de policías, sus rostros marcados por la tristeza y la rabia. Adentro, la familia de Maribel Zalazar, de 35 años, madre de dos hijos y agente de policía, la despedía con una emoción desbordante y una profunda incomprensión ante su muerte absurda. Asesinada de un tiro en el cuello en la estación Retiro del Subte C, mientras intentaba asistir a un hombre, Maribel se convertía en un símbolo del sacrificio y el peligro constante que enfrentan quienes visten el uniforme.
El Dolor de una Familia y una Fuerza Unida
Desde la noche anterior, familiares, amigos, colegas y autoridades se habían reunido para acompañar a Maribel en sus últimas horas. Algunos agentes, con la solemnidad que ameritaba el momento, vestían el uniforme de gala, mientras otros portaban con orgullo el mismo uniforme que Maribel llevaba el día de su fatal encuentro. La imagen de los coches fúnebres llenándose de coronas era un testimonio silencioso del amor y el respeto que inspiraba. “Te vamos a extrañar, Mari”, se escuchaba el grito ahogado de un policía, un lamento que resonaba en el aire cargado de dolor.
La oficial Espíndola, con la mirada fija en la puerta de la sala, resumía el sentir general: “Es conmocionante para todos, más allá de que no la llegué a conocer. Esto nos puede pasar a todos. Estamos todos en la misma”. Su voz era el eco de un dolor colectivo que unía a la fuerza. Vecinos como Teresa, que no conocía a Maribel personalmente, se acercaban conmovidos, expresando el sentir de una comunidad impactada: “Ella estaba cumpliendo con sus obligaciones, no merecía morir así”. Cada lágrima, cada palabra de consuelo, cada gesto de apoyo, tejía un manto de solidaridad alrededor de la familia de Maribel, que en ese momento de profunda vulnerabilidad, encontraba en sus colegas y en la sociedad un refugio ante la tragedia.
Un Adiós con Honores: El Cortejo que Conmovió a la Ciudad
A las 11:20 de la mañana, el cortejo fúnebre partió de la casa velatoria en calle Malabia, donde los restos de la policía Zalazar habían sido velados desde la tarde anterior. El recorrido hacia el Cementerio de la Chacarita se convirtió en una procesión de respeto y homenaje. Los colegas de Maribel, con el corazón en un puño, acompañaron el coche fúnebre al grito unánime y desgarrador de “¡a quien fue oficial, Maribel Zalazar!”. Un grito que era a la vez un adiós, un reconocimiento y un compromiso con su memoria.
La presencia de altas autoridades fue un claro signo del impacto que la muerte de Maribel causó en la esfera pública y en las fuerzas de seguridad. Marcelo D'Alessandro, ministro de Seguridad de la Ciudad en uso de licencia, se hizo presente para acompañar a la familia, no solo en la casa velatoria sino también en el cementerio. Junto a él, Felipe Miguel, jefe de Gabinete porteño, quien tuvo el emotivo gesto de entregar la gorra de Maribel a su padre, un símbolo de su servicio y sacrificio. También estuvieron Jorge Macri, Ministro de Gobierno, y Gabriel Oscar Berard, Jefe de la Policía de la Ciudad. Representantes de la Policía Federal Argentina, institución donde Maribel había iniciado su carrera, también dijeron presente, marcando la unidad entre las fuerzas ante la pérdida de una de sus miembros.
El Último Adiós en Chacarita: Homenaje y Promesas
El Cementerio de la Chacarita, a las 12 del mediodía, se preparaba para los honores extraordinarios. Frente al panteón de la Policía Federal Argentina, donde los restos de Maribel descansarían, todos aguardaban para dar el último adiós a la joven agente. La llegada del cortejo fúnebre fue recibida con el saludo firme y disciplinado de distintas divisiones, tanto de la Policía Federal como de la Policía de la Ciudad, un acto de respeto que subrayaba la profunda conexión y el luto compartido.
El momento más desgarrador llegó cuando el padre de Maribel, Santos, tomó la palabra. Con la voz entrecortada por la angustia y la tristeza, pronunció unas pocas palabras que resonaron con una fuerza inmensa: “Mi chiquita venía de Salta. Que en paz descanses”. Un testimonio simple pero poderoso del viaje de su hija y del dolor de su partida. La banda de la Policía Federal tocó la marcha fúnebre mientras el resto de los presentes guardaba un solemne minuto de silencio. En un acto cargado de simbolismo, el ministro D’Alessandro hizo entrega de la bandera que reposaba sobre el ataúd y del gorro de la fuerza a los padres de la joven asesinada, sellando un homenaje cargado de honores póstumos.
En Chacarita, solo había lugar para el dolor. La imagen de la madre y el padre de Maribel saliendo del Panteón devastados por la tristeza, en sillas de ruedas, era un recordatorio crudo de la magnitud de la pérdida y el impacto irreversible de la violencia en la vida de quienes juran proteger.
Maribel, la Mujer Detrás del Uniforme: Testimonios de Amor y Sacrificio
Más allá del uniforme y la tragedia, Maribel Zalazar era una mujer, una madre, una amiga. Erica Llanos, su amiga desde hace 14 años, la recordaba con profundo cariño: “Ella era una mujer ejemplar. Amaba su vocación de servicio. Pasamos juntas angustias, desamores y embarazos”. Erica evocaba el amor incondicional de Maribel por sus hijos, su deseo de darles “todo lo que ella no tuvo”, incluso si eso implicaba sacrificios personales. La imagen de Maribel regresando de su trabajo, cargada de frutas para sus hijos, y encontrándose con Erica en la estación de Glew, pintaba un retrato íntimo de una vida dedicada al amor familiar y al servicio.
Claudia, otra de sus amigas, alzaba la voz para clamar por justicia. “Quiero que investiguen porque estaba sola cuando pasó. Muchos familiares y amigos le exigimos esa respuesta a la fuerza”, denunciaba. Este clamor por respuestas y justicia resonaba entre los presentes, quienes buscaban entender las circunstancias de una muerte tan repentina y brutal. La despedida a la oficial con honores extraordinarios era un reconocimiento a su sacrificio, pero también un recordatorio de que su partida dejaba un vacío y una serie de preguntas pendientes.
La Incesante Lucha por la Seguridad: Un Recordatorio Global del Riesgo Policial
El trágico final de Maribel Zalazar es un doloroso recordatorio de los riesgos inherentes a la labor policial. Cada día, miles de hombres y mujeres de uniforme enfrentan peligros inimaginables para proteger a la sociedad. Lamentablemente, la muerte en cumplimiento del deber no es un fenómeno aislado, y casos como el de Maribel resuenan con la misma angustia en diversas latitudes, subrayando la constante confrontación con el peligro que define esta profesión.
Mientras en Argentina se despedía a Maribel, la crudeza de la delincuencia volvía a golpear a la fuerza con el asesinato de Alfredo Loreiro, un suboficial retirado de la Policía de la provincia de Buenos Aires. Loreiro, de 71 años, fue ultimado de un disparo en la cara frente a su esposa, en Esteban Echeverría, al resistirse a un asalto. Los delincuentes le robaron su arma reglamentaria, el celular y la billetera. Este incidente subraya la permanente vulnerabilidad que enfrentan los agentes, incluso aquellos que ya han dedicado una vida al servicio, demostrando que el riesgo no termina con el retiro.
La discusión sobre el uso de la fuerza y los riesgos policiales trasciende fronteras. En Alemania, por ejemplo, donde las leyes restringen el uso de armas y el número de muertes por disparos policiales es bajo en comparación con otros países, también se ha observado un aumento en los tiroteos que involucran a la policía. Aunque las circunstancias y marcos legales varían drásticamente, como se ve en la rigurosa normativa alemana que permite disparar un arma a un sospechoso solo como último recurso, la esencia de la profesión policial implica una exposición constante a situaciones de vida o muerte. El entrenamiento policial en Alemania, centrado en la desescalada y el uso de armas como último recurso, refleja un esfuerzo por minimizar fatalidades, pero no elimina el peligro inherente a la intervención en situaciones de alta tensión.
Estos ejemplos, aunque distintos en contexto y magnitud, convergen en un punto crucial: la labor policial es una de las profesiones más peligrosas y demandantes. La decisión de un oficial de poner en riesgo su propia vida para proteger a otros es un acto de valentía que a menudo pasa desapercibido hasta que la tragedia golpea. La muerte de Maribel, el suboficial Loreiro, y los incidentes que involucran a la policía en otras partes del mundo, son recordatorios sombríos de que la seguridad tiene un costo, y ese costo a veces es la vida de quienes la garantizan.
Preguntas Frecuentes (FAQ)
¿Quién fue la oficial Maribel Zalazar?
Maribel Zalazar fue una oficial de la Policía de la Ciudad de Buenos Aires, de 35 años y madre de dos hijos. Había iniciado su carrera en la Policía Federal Argentina. Fue asesinada en cumplimiento de su deber en la estación Retiro del Subte C, al intentar asistir a un hombre que luego le arrebató el arma y le disparó.
¿Por qué es tan significativo su entierro?
El entierro de Maribel Zalazar fue un evento de gran significado por varias razones: simbolizó el dolor y la unidad de las fuerzas de seguridad ante la pérdida de una colega, puso de manifiesto los riesgos inherentes de la profesión policial, y se convirtió en un clamor por justicia y seguridad. Su muerte conmovió a la sociedad y generó un amplio debate sobre la protección de los agentes.
¿Qué autoridades de seguridad y gobierno asistieron a los funerales de Maribel Zalazar?
Asistieron importantes figuras como Marcelo D'Alessandro (ministro de Seguridad de la Ciudad en uso de licencia), Felipe Miguel (jefe de Gabinete porteño), Jorge Macri (Ministro de Gobierno de la Ciudad) y Gabriel Oscar Berard (Jefe de la Policía de la Ciudad). También estuvieron presentes representantes de la Policía Federal Argentina y el Capellán General de la Policía Federal, Ignacio Alonso.
¿Qué honores póstumos recibió la oficial?
Maribel Zalazar fue despedida con honores extraordinarios. Su cortejo fúnebre fue acompañado por colegas que la vitorearon. En el Cementerio de la Chacarita, recibió el saludo firme de distintas divisiones policiales, y la banda de la Policía Federal tocó la marcha fúnebre. Además, sus padres recibieron la bandera que cubrió su ataúd y el gorro de la fuerza, en un acto de profundo respeto y reconocimiento a su sacrificio heroico.
¿Cómo avanza la investigación por el asesinato de Maribel Zalazar?
El detenido por el crimen es Oscar Gustavo Valdez, de 29 años y nacionalidad paraguaya, quien permanece alojado en la Unidad 28 de los tribunales porteños. Se espera que sea indagado por el juez Martín Sebastián Peluso, a cargo de la causa. Valdez enfrenta una imputación por "homicidio agravado por ser la víctima un miembro de una fuerza de seguridad", delito que contempla la pena de prisión perpetua. También se le imputan lesiones a un trabajador del subte.
¿Qué representa la muerte de Maribel Zalazar para la institución policial?
La muerte de Maribel Zalazar representa un doloroso recordatorio del compromiso y el alto costo que puede implicar la vocación de servicio en las fuerzas de seguridad. Para la institución policial, su partida refuerza la necesidad de fortalecer las condiciones de seguridad para sus agentes, y el clamor por justicia ante crímenes que atentan contra quienes velan por la seguridad ciudadana. Su memoria inspira un renovado compromiso con la protección y el bienestar de cada miembro de la fuerza.
Un Legado de Servicio y Valentía
El adiós a Maribel Zalazar no fue solo un funeral, sino una manifestación de la unidad y la resiliencia de una fuerza que, a pesar del dolor, reafirma su compromiso con la seguridad de la sociedad. La conmoción por su partida, la presencia de autoridades y colegas, y el clamor de sus seres queridos por justicia, subrayan la profunda huella que dejó en quienes la conocieron y en la institución a la que sirvió con devoción. Su sacrificio heroico será recordado como un testimonio de valentía y dedicación, inspirando a futuras generaciones de policías a seguir su ejemplo, sabiendo que su labor, aunque riesgosa, es indispensable para la paz y el orden social.
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