30/08/2023
En el corazón del Caribe colombiano, existe un lugar donde la vida transcurre sobre el agua, en un entramado de canoas y palafitos que evocan una Venecia tropical. Este peculiar pueblo, Nueva Venecia, en el departamento de Magdalena, no solo es un testimonio de adaptación y solidaridad, sino también un ejemplo palpable de cómo la presencia policial puede transformarse en un pilar de paz y convivencia. Lejos de ser una fuerza distante o temida, en comunidades como esta, los policías son parte integral del tejido social, celebrados por su contribución a una tranquilidad que antes fue esquiva.

La historia de Nueva Venecia, como la de muchas regiones de Colombia, estuvo marcada por la violencia, incluyendo trágicas matanzas hace más de 15 años. Sin embargo, el presente dibuja un panorama diferente, donde la paz y la tranquilidad son la norma. Los habitantes, acostumbrados a una vida de cercanía y apoyo mutuo, ven en sus agentes de policía no a figuras de autoridad represora, sino a colaboradores que se encargan de asuntos menores, integrándose en el día a día de una comunidad que vive sobre el agua. Este espíritu festivo inherente al Caribe colombiano se refleja en una relación de confianza con sus fuerzas del orden, donde la policía es un actor más en la celebración de la vida y la construcción de la convivencia.
De la Desconfianza a la Proximidad: El Modelo de Policía Comunitaria en Colombia
La experiencia de Nueva Venecia no es un caso aislado, sino el reflejo de una transformación más profunda que ha buscado redefinir el rol de la policía en Colombia. Durante años, la percepción de las fuerzas del orden en Latinoamérica, y Colombia no fue la excepción, estuvo teñida de desconfianza. Encuestas revelaban que la policía era vista más como parte del problema que de la solución, afectada por una preparación defectuosa, escasez de recursos, corrupción y rivalidades internas. Esta realidad llevó a la necesidad imperante de un cambio estructural, una alternativa que acercara a la policía a la ciudadanía y reconstruyera la legitimidad perdida.
Fue así como emergió un modelo prometedor: la vigilancia comunitaria. Este enfoque innovador propone una relación más estrecha entre la policía y la población, fundamentada en la confianza, el respeto mutuo y la colaboración activa. Dejar atrás la reactividad para abrazar la prevención, convirtiendo a los agentes en "amigos policías" que recorren los barrios, escuchan las necesidades y trabajan mano a mano con los vecinos. Este replanteamiento del esquema policial tradicional ha sido clave para mejorar la seguridad ciudadana y la percepción pública de la institución.
El Epicentro de la Transformación: ¿Dónde se Capacita al Policía Comunitario?
La implementación de la Policía Comunitaria no fue un mero cambio de nombre, sino una reforma integral que requirió una capacitación exhaustiva y especializada. En Bogotá, la capital colombiana, se gestó este ambicioso programa, con el objetivo de formar un policía integral, más preventivo que reactivo. El principal centro de esta formación ha sido la Universidad Javeriana de Bogotá, donde se diseñó un perfil específico para el Policía Comunitario colombiano.
La preparación de estos agentes va mucho más allá de las tácticas tradicionales. Los policías comunitarios reciben formación en asuntos vitales como los derechos humanos, la resolución de conflictos, la pedagogía con adultos y el manejo de situaciones complejas como el abuso sexual. Se les dota de conocimientos técnicos y habilidades blandas esenciales para interactuar eficazmente con la comunidad, como el liderazgo, la comunicación asertiva, la disuasión, la firmeza en la aplicación de la ley, la creatividad y la simpatía. El objetivo es que puedan introducirse en el núcleo básico de una comunidad, comprender sus problemas de seguridad y trabajar para resolverlos desde la raíz.
Esta capacitación ha sido posible gracias a una importante inversión, que incluyó un crédito de 57 millones de dólares del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) para el “Programa de apoyo a la convivencia y seguridad ciudadana”. Además, por primera vez, el presupuesto municipal de Bogotá destinó partidas significativas a la institución policial, activando un proceso a través del cual miles de policías pudieron acceder a esta formación universitaria. Esta inversión demuestra el compromiso político con la transformación del modelo policial, reconociendo que la seguridad ciudadana es una responsabilidad compartida entre el gobierno nacional y las autoridades locales.
Pilares de una Estrategia Exitosa: Frentes y Escuelas de Seguridad
La Policía Comunitaria no opera en el vacío; su éxito radica en la creación de estructuras de colaboración con la ciudadanía que empoderan a los vecinos y fomentan la corresponsabilidad. Dos de los pilares fundamentales de este modelo son los "Frentes de Seguridad" y las "Escuelas de Seguridad".
Los Frentes de Seguridad, creados en Bogotá en 1998, representan una innovadora estructura cívico-policial donde los ciudadanos se comprometen a colaborar activamente con la policía para fortalecer su propia seguridad. Estos frentes van más allá de la vigilancia, integrando a la comunidad en el desarrollo de proyectos cívicos, culturales, deportivos, educativos, ecológicos y de salud. Un método práctico utilizado por estos frentes es el concepto del "árbol telefónico", un sistema de alerta vecinal que permite comunicar rápidamente cualquier hecho sospechoso, acto delincuencial, emergencia de salud o inundación. Esto se complementa con la instalación de paneles electrónicos de alarma en las casas de los líderes de los frentes, conectados a las viviendas de los vecinos, que permiten sonar una sirena y alertar a la policía u otros servicios de emergencia.
Paralelamente, las "Escuelas de Seguridad" se han establecido en los vecindarios como espacios donde la Policía Comunitaria ofrece talleres, seminarios y charlas de instrucción. Durante varias semanas, los ciudadanos reciben formación sobre normativa legal, funciones de la policía y acciones preventivas de seguridad. Además, colaboran con las escuelas públicas para formar a niños y niñas en temas de seguridad preventiva, inculcando desde temprana edad una cultura de autocuidado y colaboración con las autoridades. Estos programas han sido cruciales para transformar la percepción de la policía, pasando de ser una entidad distante a un agente de cambio social que coadyuva a la formación de una ciudadanía más consciente y participativa.
La vigilancia comunitaria se basa en una reconceptualización del servicio policial, implementando canales de comunicación directos y permanentes con la población. El objetivo principal es conquistar la confianza de los ciudadanos para obtener información de primera mano que sirva para contrarrestar potenciales actos delictivos, identificar situaciones de riesgo, o facilitar la captura de delincuentes. Los agentes comunitarios se diferencian de la policía de vigilancia tradicional al recorrer las calles en bicicleta o moto, visitando vecinos, participando en reuniones y atendiendo llamadas a sus teléfonos celulares, realizando un análisis de seguridad preventiva del barrio para identificar y reportar factores de riesgo a las autoridades municipales.

El Rol Crucial de la Inversión Municipal y la Expansión del Modelo
El éxito sostenido de la Policía Comunitaria en Bogotá no habría sido posible sin un compromiso financiero significativo por parte de la municipalidad. Aunque el mantenimiento y la dirección de la Policía Nacional son responsabilidad del Gobierno Nacional, la Municipalidad de Bogotá ha complementado esta inversión de manera notable en áreas clave como el mantenimiento, la dotación de equipos y la educación. Entre 1992 y 2003, la inversión municipal pasó de 5 a 48 millones de dólares, dirigidos a medios de transporte policial, equipos de comunicación, dispositivos de inteligencia, y la construcción de estaciones y Centros de Atención Inmediata (CAI).
En el campo de la educación, esta inversión sirvió para implementar planes como el "Formador de Formadores de Ciudadanos" y el plan "Seguridad y Convivencia Ciudadana". Esta contribución financiera ha sido uno de los pilares para hacer sostenible el sistema de Policía Comunitaria, supliendo las carencias de la Policía Nacional y demostrando que la colaboración entre niveles de gobierno es fundamental para la seguridad ciudadana.
Los resultados de este modelo son contundentes. Las cifras de muertes violentas en Bogotá disminuyeron drásticamente, y la percepción de la Policía Comunitaria mejoró exponencialmente. Una encuesta de 2004 reveló que el 85% de los bogotanos tenía una imagen favorable de la Policía Comunitaria, con un alto porcentaje que aseguraba que había respondido a sus demandas y que su trato era amable. Estos logros son aún más reveladores si se considera la grave decadencia institucional que sufría la Policía Nacional colombiana en décadas pasadas, marcada por la corrupción y los vínculos con el narcotráfico.
Inspirado en modelos de "Policía de proximidad" de España, la "Gestión de la delincuencia" de Japón y las reformas del sistema policial de Inglaterra, el modelo colombiano ha sido perfeccionado a lo largo de los años. Ante el éxito evidente, las autoridades gubernamentales tienen la intención de extender este esquema a otras ciudades colombianas, capacitando a más efectivos de la Policía de Vigilancia en los principios de servicio al ciudadano, sensibilización y acercamiento. Además, se han optimizado los servicios de atención a la ciudadanía con nuevas comisarías de familia y puntos CAI, estandarizando los procedimientos policiales para fomentar el trabajo en equipo y el intercambio de información.
La presencia del Policía Comunitario en las calles latinoamericanas es un faro de esperanza. Sin embargo, su consolidación requiere de reformas estructurales continuas en las instituciones policiales, planes de capacitación constantes, una activa cooperación de las municipalidades locales y una coordinación interinstitucional sólida entre el ámbito público y privado. Este sistema eficaz de seguridad preventiva demanda una correcta descentralización, flexibilidad en turnos y horarios para los policías, y una gran capacidad para resolver conflictos. La evaluación continua de estos programas contribuirá a su perfeccionamiento gradual, consolidándose como un modelo alternativo de seguridad que, sin descuidar las acciones coercitivas, opera en un marco democrático, participativo y de cohesión social. Es un camino hacia una policía que no solo protege, sino que también se integra, construye y celebra la paz junto a su comunidad.
Preguntas Frecuentes sobre la Policía Comunitaria en Colombia
A continuación, respondemos algunas de las preguntas más comunes sobre el modelo de Policía Comunitaria en Colombia y su impacto:
¿Por qué es importante la policía comunitaria?
La policía comunitaria es crucial porque transforma la relación entre la policía y la ciudadanía, pasando de un modelo reactivo a uno preventivo. Fomenta la confianza, la colaboración y la corresponsabilidad en la seguridad, lo que lleva a una reducción de los delitos y una mejora significativa en la percepción pública de las fuerzas del orden. Permite a los agentes abordar problemas desde su origen y adaptarse a las necesidades específicas de cada comunidad.
¿Cómo se capacita a un policía comunitario en Colombia?
La capacitación del policía comunitario en Colombia se realiza principalmente en instituciones como la Universidad Javeriana de Bogotá. La formación es integral y abarca temas como derechos humanos, resolución de conflictos, pedagogía, conocimientos técnicos y habilidades blandas (liderazgo, comunicación, empatía). El objetivo es formar agentes capaces de construir lazos de confianza y trabajar de la mano con los vecinos.
¿Qué son los Frentes de Seguridad?
Los Frentes de Seguridad son una estructura cívico-policial innovadora en la que grupos de vecinos se organizan y colaboran activamente con la policía para fortalecer su propia seguridad. Además de la vigilancia, participan en proyectos comunitarios y utilizan sistemas de alerta vecinal, como el "árbol telefónico" o paneles de alarma, para comunicar rápidamente incidentes o emergencias.
¿Qué papel juegan los municipios en el apoyo a la policía comunitaria?
Los municipios, especialmente el de Bogotá, juegan un papel fundamental al complementar la inversión del Gobierno Nacional en la Policía. Aportan recursos significativos para el mantenimiento, la dotación de equipos, la construcción de infraestructura (como CAI) y, crucialmente, para la capacitación de los agentes. Esta inversión local es vital para la sostenibilidad y expansión del modelo de policía comunitaria.
¿Ha mejorado la percepción de la policía con este modelo?
Sí, significativamente. Encuestas han demostrado que la percepción de la Policía Comunitaria ha mejorado drásticamente en comparación con la Policía Nacional tradicional. Por ejemplo, en 2004, el 85% de los bogotanos tenía una imagen favorable de la Policía Comunitaria, lo que indica un alto nivel de confianza y satisfacción con su desempeño y trato.
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